Hominem unius libri timeo
Desde hace muchos años voy apuntando todos los libros que leo. Leer 50 libros al año me parecía algo mítico, sin embargo llevo ya varios años superando esa cifra.
Al margen de los libros leídos, también son relevantes los libros no leídos. En mi caso, leer 50 libros implica descartar al menos otros 150 libros, de los cuales conozco su premisa principal, probablemente he leído algún artículo o reseña, y finalmente, quizás lo haya comprado o descargado.
La relación entre los libros no leídos –antilibrary– y el saber la describe Nassim Taleb en The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable:
The writer Umberto Eco belongs to that small class of scholars who are encyclopedic, insightful, and nondull. He is the owner of a large personal library (containing thirty thousand books), and separates visitors into two categories: those who react with “Wow! Signore professore dottore Eco, what a library you have! How many of these books have you read?” and the others—a very small minority—who get the point that a private library is not an ego-boosting appendage but a research tool. Read books are far less valuable than unread ones. The library should contain as much of what you do not know as your financial means, mortgage rates, and the currently tight real-estate market allows you to put there. You will accumulate more knowledge and more books as you grow older, and the growing number of unread books on the shelves will look at you menacingly. Indeed, the more you know, the larger the rows of unread books. Let us call this collection of unread books an antilibrary.
La historia de mi vida es la historia de los libros que he leído, pero también la de los libros que no he leído, y todos ellos han contribuido en mi formación. Puede que cada libro sólo suponga un pequeño avance –o uno muy grande, según se mire, hay libros que te pueden cambiar la vida–, pero cuando se empieza a manejar cierto volumen de bibliografía es cuando empieza a surgir la magia. He aprendido que el conocimiento no es ese conjunto de categorías parceladas que me habían enseñado, sino que se parece más a un vasto prado donde todo –absolutamente todo– está interrelacionado. También ha sido revelador darme cuenta de que siempre hay que leer con mucha distancia –la historia la escriben los que se sientan a escribirla–, el conocimiento siempre es escurridizo y la mayoría de las veces algo temporal.
Me gusta la expresión latina «Hominem unius libri timeo» («Teme al hombre de un sólo libro») atribuida a Tomás de Aquino, porque captura de forma magistral estas simples lecciones a las que yo he llegado después de tantas lecturas. Actualmente, nos referimos a la frase para criticar a alguien cuyos horizontes mentales están limitados a un único libro y –yo añadiría también– a aquellos que aún leyendo muchos libros, lo hacen siempre sobre el mismo tema.
Teme al hombre de un sólo libro.
November 26, 2020 | @ArturoHerrero