Amor por el detalle
Dos anécdotas que expresan muy bien el amor por el detalle.
La perfección de Steve Jobs por Walter Isaacson.
De su padre, Jobs había aprendido que el sello de cualquier artesano apasionado consiste en asegurarse de que incluso las partes que van a quedar ocultas están acabadas con gusto. Una de las aplicaciones más extremas —y reveladoras— de esa filosofía llegó cuando inspeccionó el circuito impreso sobre el que irían colocados los chips y demás componentes en el interior del Macintosh. Ningún consumidor iba a verlo nunca, pero Jobs comenzó a criticarlo desde un punto de vista estético. «Esta parte es preciosa —opinó—, pero fíjate en todos esos chips de memoria. Esto es muy feo, las líneas están demasiado juntas».
Uno de los nuevos ingenieros lo interrumpió y le preguntó qué importancia tenía aquello. «Lo único que importa es si funciona bien. Nadie va a ver la placa base».
Jobs reaccionó como de costumbre: «Quiero que sea tan hermoso como se pueda, incluso si va a ir dentro de la caja. Un gran carpintero no utiliza madera mala para la parte trasera de una vitrina, aunque nadie vaya a verla». En una entrevista realizada unos años más tarde, después de que el Macintosh saliera a la venta, Jobs volvió a repetir aquella lección aprendida de su padre: «Cuando eres carpintero y estás fabricando un hermoso arcón, no utilizas un trozo de contrachapado en la parte de atrás, aunque vaya a estar colocado contra la pared y nadie lo vea nunca. Tú sí que sabes que está ahí, así que utilizas una buena pieza de madera para la parte trasera. Para poder dormir bien por las noches, la estética y la calidad tienen que mantenerse durante todo el proceso».
‘Dios sí lo ve’ de Edwin Lutyens por Oscar Tusquets Blanca.
Parece ser que en una ocasión uno de los jóvenes colaboradores de Lutyens se encontraba grafiando la fachada trasera de una de las casas que se estaban proyectando en el estudio. El maestro, tras estudiarla con detenimiento, observó que la posición de una de las ventanas alteraba la composición geométrica general, a lo que su colaborador objetó:
—Esto no es un problema: el muro que cierra el patio de servicio está tan próximo que esta apertura no se puede relacionar con el resto de la fachada. Nadie podrá ver esta falta de rigor geométrico.
A lo que el arquitecto respondió impasible:
—Dios sí lo ve.
November 27, 2020 | @ArturoHerrero